El sentido oculto del 14, sus taconazos de origen divino y el sello de chico malo solo coge en un tipo de relato fantástico que no se entiende, ni se pretende, desde la objetividad. Un carácter no convencional, pero sincero y sentido. Distinto, y por ello mejor, la leyenda Raúl, ejemplo de todo. Creación popular y erudita a la vez de un fenómeno natural, la pieza 7 que un ampuloso argentino puso en el equipo, a la hora de la despedida se había convertido en la corona del escudo. Nadie jugó más partidos ni marcó tantos goles con ella en la camiseta, nadie lo hizo en 108 años de historia blanca. Los quince últimos han sido suyos, y ellos nuestros, no solo de los madridistas, lo han sido de cualquier seguidor de fútbol. Con afecto o con odio, cada futbolero siente ahora un vacío que quedará ahí para siempre y que no se llena con un hasta pronto, quedará así como homenaje de despedida de una forma de entender al Madrid. Buenas gracias y mucha suerte.
